En medio de los esfuerzos del gobierno para impulsar la adopción de camiones eléctricos, un nuevo informe técnico de Ryder revela que los costos de convertir flotas a vehículos eléctricos aumentarán significativamente la inflación general. Ryder, que gestiona casi 260.000 vehículos comerciales, ha encontrado que la operación de camiones eléctricos duplicará los costos operativos de los vehículos Clase 8 en comparación con los camiones diésel.

El análisis de Ryder muestra que un camión diésel de Clase 8 tiene un alcance de 100 a 500 millas, realiza uno o dos viajes por día y cubre 109.000 millas al año con una carga útil promedio de 29.000 libras. En contraste, los camiones eléctricos, con una carga útil máxima de 22.000 libras, requerirán casi el doble de vehículos y conductores para igualar la productividad de un camión diésel.

Esto se traduce en cientos de miles de dólares adicionales por año para reemplazar un solo camión diésel, con un aumento del 500% en los pagos mensuales por un camión eléctrico equivalente, totalizando más de $200.000 al año. Además, los costos laborales y operativos aumentan considerablemente, sumando casi $150.000 anuales en gastos adicionales.

Ryder también comparó los costos operativos en California y Georgia, encontrando que, aunque operar un camión es más costoso en California, el aumento porcentual de los costos debido a la conversión a camiones eléctricos es mayor en Georgia debido a los precios del combustible.

La transición a camiones eléctricos podría añadir hasta un 1% a la inflación general, según estimaciones de Ryder. Además, la infraestructura de carga rápida aún está en desarrollo, lo que añade otro desafío significativo para la adopción masiva de camiones eléctricos.

El mandato de camiones eléctricos, impulsado por las nuevas normativas de la Agencia de Protección Ambiental, presenta un desafío considerable para los transportistas, especialmente los de pequeñas empresas. La conversión a camiones eléctricos podría tener efectos devastadores en la cadena de suministro y aumentar significativamente los costos de bienes de consumo.

Este análisis pone de relieve la necesidad de una infraestructura de carga robusta y un apoyo financiero adecuado para que la transición a vehículos eléctricos sea viable y sostenible para la industria del transporte.